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Myriota en las noticias: La vigilancia por satélite, clave de la política de aguas

15 oct 2020

Publicado originalmente por The Australian y escrito por Tom Rayner, Vicepresidente de Ventas de Myriota.

Australia es el continente habitado más seco del mundo. Nuestro mayor recurso hídrico -la cuenca Murray-Darling- genera cada año casi 19.000 millones de dólares en productos agrícolas y abastece de agua a más de 3 millones de personas.

Dada su importancia, debemos preguntarnos si estamos haciendo todo lo posible para gestionar eficazmente este recurso sometido a presión. Los gobiernos siguen destinando importantes fondos a este asunto. El Gobierno de Howard presentó el Plan Nacional de Seguridad Hídrica, dotado con 10.000 millones de dólares, y el de Rudd, el Plan de la Cuenca Murray-Darling, dotado con 13.000 millones de dólares, en 2012.

A pesar de estas inversiones, las partes interesadas siguen divididas sobre si se han materializado los beneficios medioambientales y comunitarios prometidos. Los regantes se enfrentan a unos costes del agua más elevados y a unas asignaciones más reducidas, al igual que las comunidades regionales cuya subsistencia está vinculada al sistema fluvial.

La gestión de la cuenca Murray-Darling es compleja. Los comentaristas deben resistirse a la tentación de sugerir que existe una fórmula mágica para solucionar el problema, y hay que tener en cuenta factores medioambientales, económicos, sociales y culturales. Es una miopía hacer comentarios sobre la gestión de la cuenca sin disponer de datos sólidos que respalden sus afirmaciones.

No podemos gestionar lo que no podemos controlar

Hasta ahora, la recogida rentable de datos oportunos y significativos de toda la cuenca Murray-Darling ha resultado extremadamente difícil de conseguir.

No ha sido posible conectar contadores, monitores y sensores a un precio asequible. Como consecuencia, el seguimiento ha sido esporádico, caro, intermitente o inexistente. Esta falta de datos, combinada con un complejo panorama político y legislativo, ha contribuido a la situación actual.

Desafiar el statu quo

A pesar de los avances de la tecnología de telefonía móvil, la falta de cobertura en las zonas rurales significa que un gran número de contadores de agua de la cuenca de Murray Darling se controlan manualmente, a menudo por el titular de la licencia.

Algunos de estos contadores dependen de personas que recorren grandes distancias, leen manualmente el contador y vuelven a conducir para introducir la lectura en una base de datos en línea o en papel. En algunos casos, estas lecturas se realizan solo dos veces al año.

Aunque la mayoría de los agricultores cumplen sus licencias, no es realista esperar que los gobiernos, la industria y los grupos ecologistas gestionen un recurso hídrico tan dinámico y afectado por las estaciones con sólo dos lecturas retrospectivas de contadores al año.

Vigilancia en la era espacial

Cuando uno piensa en el control del agua, lo primero que le viene a la mente no es la industria espacial.

Sin embargo, la nueva tecnología australiana de nanosatélites puede proporcionar conectividad a gran escala y bajo coste para controlar un enorme número de medidores y sensores remotos en toda la cuenca Murray-Darling. Estos satélites son más pequeños, baratos y fáciles de lanzar que nunca. Tienen el mismo tamaño que una barra de pan y pueden comunicarse con enormes poblaciones de dispositivos.

Esta tecnología está marcando una diferencia fundamental en la forma de controlar la cuenca. Las lecturas manuales, caras y poco fiables de los contadores son cosa del pasado. Ahora podemos conectarnos diariamente a los sensores por menos de un dólar al mes.

Hace décadas que se instalan contadores y sensores en toda la cuenca, pero son los avances de la tecnología por satélite los que ahora permiten conectarlos a una escala tan amplia y a un coste tan bajo. Estamos a punto de cambiar radicalmente nuestra forma de gestionar el mayor recurso hídrico de Australia.

El punto de inflexión para la salud de la cuenca del Murray-Darling se produce en un momento en que la tecnología satelital de producción propia y coste ultrabajo está cambiando a mejor el panorama de la gestión del agua.