Por qué la comunicación directa por satélite es el santo grial del IoT remoto
3 de agosto de 2017
Las cifras previstas en torno al Internet de las Cosas (IoT) son asombrosas. En el mundo industrial, hay una enorme demanda de IoT en la agricultura, la logística, la minería y otras industrias remotas. El reto para estas industrias es el acceso a una conectividad IoT rentable, dado que operan fuera del alcance de las comunicaciones tradicionales. Porque, admitámoslo, sin conectividad, estos "Internet de las cosas" remotos se convierten en, bueno, solo "cosas".
Los satélites son la opción obvia para la conectividad remota. Proporcionan una cobertura verdaderamente global. Entonces, ¿por qué no vemos más dispositivos IoT conectados vía satélite?
Al final, todo se reduce al coste y a la duración de la batería.
Como todas las aplicaciones IoT, la IoT remota requiere transmisores pequeños, de bajo coste y con baterías de larga duración. Esto se consigue fácilmente cuando se comunica con una torre a pocos kilómetros de distancia, pero es mucho más difícil cuando se transmite a un satélite a cientos de kilómetros sobre la Tierra.
Además, el IoT remoto requiere tarifas de datos bajas y gastos de infraestructura reducidos, y aquí es donde el IoT por satélite se convierte en un verdadero reto.
Afortunadamente, los últimos avances tecnológicos han abaratado el coste de los satélites (menos de 1,5 millones de dólares), los han hecho más pequeños y más fáciles de lanzar. Pero para que sean viables, hay que repartir el coste de estos satélites baratos entre un gran número de conexiones IoT. Y este es el quid del problema. La tecnología de satélites actual no está diseñada para la comunicación directa con un gran número de transmisores IoT. Está diseñada para transmitir cantidades comparativamente grandes de datos a través de un número más reducido de transmisores más grandes, que consumen mucha energía y tienen grandes antenas.
Utilicemos como analogía un aeropuerto como el londinense de Heathrow. Heathrow acoge cada año a unos 70 millones de pasajeros, con unos 1.400 aviones de gran tamaño que llegan o salen cada día. Utilizan el control del tráfico aéreo para coordinar con seguridad los movimientos de estos grandes aviones. Imagínese que Heathrow prohibiera los jumbos y sólo permitiera la operación de aviones pequeños de dos plazas. Se necesitarían unos 1.400 movimientos de aviones cada 25 minutos para dar cabida a los 70 millones de pasajeros anuales de Heathrow. Los aviones chocarían entre sí y el sistema sencillamente no funcionaría.
Del mismo modo, la tecnología satelital existente es muy buena para gestionar pequeñas cantidades de transmisiones de gran tamaño, muy coordinadas y de gran consumo energético. Esto está muy bien si necesitas grandes cantidades de datos como voz o imágenes, pero no funciona si tienes millones de conexiones IoT directas.
Como resultado, hay dos formas de utilizar la tecnología por satélite existente para la IO. Transmiten directamente a la órbita (caro, consume mucha energía y el número de transmisiones es comparativamente pequeño) o agregan datos a través de redes inalámbricas locales y utilizan el satélite como servicio de retorno. En este último caso, es necesario instalar torres u otras infraestructuras terrestres.
En los casos en que hay una densidad crítica de sensores, el uso de torres como backhaul (vía satélite o de otro modo) es a menudo una solución viable. Pero en los casos en los que la densidad de sensores es menor o estos se desplazan (como el seguimiento remoto de activos), el uso de torres como backhaul sencillamente no funciona.
Si se tienen en cuenta todas estas consideraciones, está claro que el santo grial del IoT remoto es una solución de IoT por satélite, rentable, con batería de larga duración y directa a la órbita. Myriota, una empresa con sede en Adelaida (Australia), ha desarrollado exactamente esta tecnología.
Myriota utiliza pequeños transmisores de bajo coste para enviar pequeños paquetes de datos directamente a una constelación de nanosatélites de órbita terrestre baja que proporcionan una conectividad IoT asequible sin necesidad de infraestructura terrestre. El sistema de comunicaciones patentado de Myriota aprovecha los avances en la tecnología de chips de silicio y nanosatélites para hacer posible una conectividad IoT de bajo coste directa a la órbita a gran escala.
Myriota colabora con cientos de empresas de todo el mundo en sectores tan diversos como la agricultura, el transporte marítimo, la defensa, la supervisión de servicios públicos, la vigilancia medioambiental y el transporte y la logística. En los últimos meses ha desplegado varias pruebas comerciales, entre ellas una solución de monitorización remota de depósitos de agua y una aplicación de seguimiento remoto de activos. Myriota lanzará su solución comercial de conectividad IoT directa a la órbita en 2018.
Tom Rayner es ejecutivo de desarrollo de negocio de Myriota, una empresa australiana con una tecnología única que ofrece conectividad IoT por satélite, directa a la órbita y de bajo coste.